Tanto como si te acabas de interesar por el emprendimiento social como si ya formas parte de un proyecto, conocer y estudiar algunos de los casos que se están llevando a cabo en España y en otros países es un ejercicio muy útil y productivo que puede aportarte nuevas ideas y puntos de vista, así como ilustrarte de forma práctica sobre el funcionamiento y la naturaleza de este tipo de iniciativas tan prometedoras.
Desde empresas tecnológicas hasta redes sociales, pasando por proyectos de carácter rural o con vocación de servicio público, todas estas ideas llevan denominadores comunes relacionados con el compromiso con la comunidad, la necesidad de la innovación social y un imprescindible uso de la creatividad.
L’Olivera
La cooperativa L’Olivera, situada en el pueblo leridense de Vallbona de les Monges, es un buen ejemplo de cómo las empresas pueden recurrir a la innovación social con éxito. Porque, a partir de la producción de hasta 17 tipos distintos de vino y de cinco especialidades de aceite, esta cooperativa nacida en 1974 logra promover socialmente a personas con discapacidades psíquicas y en riesgo de exclusión, al tiempo que supone una alternativa económica viable a partir de los valores naturales de la zona. El proceso es altamente manual, desde la poda hasta el etiquetado de los envases; un reflejo de una práctica respetuosa con el entorno y también de un espíritu de agricultura familiar. L’Olivera, que cuenta con un servicio de terapia ocupacional y un hogar residencia, emplea actualmente a más de 70 personas y su éxito ha dado lugar a la creación de una fundación y a una réplica de proyecto que, desde el año 2010, se encarga de gestionar los viñedos del Ayuntamiento de Barcelona y de fabricar el vino oficial de la ciudad.
Interrupcion
Fundada en el año 2000 en Buenos Aires, Interrupcion (así, sin tilde) es una organización dedicada a difundir el comercio justo y a colaborar en la comercialización de los productos agrícolas que se certifiquen bajo esta premisa internacional, la cual exige condiciones laborales y mercantiles éticas. Para ello, propone un camino de desarrollo sustentable cuyo objetivo culminante es alcanzar la producción biodinámica, que consiste en renunciar al uso de químicos agrícolas tradicionales para pasar a métodos naturales, como las granjas de gusanos, la rotación de cultivos o el uso del compost. Interrupcion, cuyo nombre quiere evocar el interés por romper con la tradicional mentalidad empresarial basada únicamente en el lucro, trabaja junto a unas dos mil pequeñas y medianas empresas productoras de frutas y verduras frescas de América Latina, conformando así una verdadera red de responsabilidad social. Desde 2003 opera también desde Nueva York y en 2012 sumó una nueva oficina en Perú.
Yaqua
«Somos una empresa social, no una empresa ni una ONG», sostiene Yaqua, una marca peruana de agua embotellada que, ofreciendo a las empresas distribuidoras el mismo margen de ganancia que la competencia, dedica el 100% de sus beneficios a la implementación de sistemas de agua apta para el consumo en pequeñas comunidades que carecen de este servicio básico. De las 31 millones de personas que viven en Perú, unas ocho millones no tienen acceso al agua potable. Yaqua combate esta crisis trabajando junto a ONGs experimentadas en esta problemática y llevando a poblaciones rurales de hasta 100 viviendas y sumidas en la pobreza extrema la infraestructura necesaria para paliar este gravísimo problema. Se trata de un caso paradigmático de emprendimiento social y uno de los primeros que aparecieron en Lima (el proyecto vio la luz a mediados de 2013). Con una producción inicial de 5.000 botellas, multiplicaron esta cifra por 16 en pocos meses valiéndose de estrategias típicamente comerciales, como promocionarse con la ayuda de figuras populares de la sociedad peruana o haciendo uso del marketing viral que posibilita Internet.
Fábrica Social
La Fábrica Social es una de esas iniciativas que demuestran que la creatividad y la visión social pueden generar realidades nuevas y verdaderamente inspiradoras. Esta empresa mexicana creada en 2007 revaloriza el oficio tradicional de tejedoras y bordadoras, brindando empleo a más de 150 mujeres indígenas de cinco estados, promoviendo su desarrollo a través de una escuela rural de diseño y distribuyendo en términos de comercio justo el producto de un trabajo en el que se enfatiza la diversidad cultural, el respeto a la libertad creativa, la igualdad de oportunidades, la equidad y la autonomía. En definitiva, una profunda convicción social que se demuestra, por ejemplo, en cada pieza fabricada donde figura el nombre de la artesana que la creó, las horas que invirtió y su comunidad. Sin duda, si Karl Marx estuviera vivo aplaudiría este pequeño y enorme detalle. Y todo esto sin olvidar la innovación y la alta calidad en los materiales y diseños. Fábrica Social cuenta con dos puntos de venta en la ciudad de México, ha llevado sus productos a Japón e incluso al Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Arbusta
En la tarea que lleva a cabo Arbusta, una empresa social surgida a principios de 2013 en la ciudad argentina de Rosario, conceptos como la inclusión y el empoderamiento tienen una relevancia fundamental, ya que ofrece soluciones digitales al mundo corporativo (funciona como empresa de outsourcing o tercerización) brindando, al mismo tiempo, oportunidades de empleo a mujeres y jóvenes en situación de vulnerabilidad social, quienes descubren y acceden así a unos trabajos que antes no aparecían en su marco de posibilidades (realidad social en la que también actúa el fenómeno de la brecha digital). Arbusta, cuyas actividades incluyen el social media y el data management, conecta y posteriormente garantiza que el compromiso adquirido entre empresa y comunidad efectivamente se cumpla. Entre las empresas que han solicitado sus servicios figuran el popular sitio de subastas MercadoLibre y el Ministerio de Educación del gobierno argentino.
Encore.org
El proyecto Encore.org no es exactamente una empresa social sino una organización no lucrativa (ONL), un tipo de iniciativa cuya diferencia fundamental con la primera es que su financiación procede muchas veces de donaciones de personas, empresas, instituciones estatales y organizaciones de todo tipo. Sin embargo, las dos tienen varias características en común y coinciden en el objetivo principal: la búsqueda de un impacto social. Fundada en 1997 y con sede en San Francisco, Encore.org se ocupa de la problemática de encontrar trabajo para la llamada generación baby boomer, aquella parte de la población que tiene entre 55 y 65 años (casi un 24% de la población total de los Estados Unidos), brindando información, recursos y conexiones con empresas, aparte de ofrecer un programa de becas y un sistema de premios, con lo que pretende revalorizar la importancia de la experiencia (su lema «Second acts for the greater good» es algo así como «Segundas acciones para el bien común», en referencia a la segunda etapa de la vida) y aplicarla en actividades de necesidad social como la educación, el medio ambiente o la salud pública.
Apps for Good
Es innegable que la tecnología avanza a un ritmo muy superior que otros aspectos de la socidad, como la educación. Ciertos estándares tradicionales en la metodología y en los contenidos académicos dificultan muchas veces el aprovechamiento del potencial de los nuevos dispositivos y sistemas de información. Apps for Good, una fundación nacida a principios de 2010 y cuya sede central se encuentra en Londres, intenta dar respuesta a este desequilibrio ofreciendo a los centros educativos un curso gratuito, creado en código abierto, con el fin de que el alumnado aprenda a diseñar, lanzar y comercializar sus propias aplicaciones tanto para móviles como la web. Financiado a partir de la cuota anual de los centros privados, el movimiento Apps for Good acerca conocimientos de lenguaje HTML y Javascript, entre otras tecnologías, a unas 20 mil personas de 400 centros educativos comunitarios y hacia el final de cada curso académico hace entrega de los Apps for Good Awards, unos premios que reconocen a aquellas aplicaciones más comprometidas con determinadas problemáticas sociales.
Algramo
Un buen emprendimiento social es aquel que se da cuenta de una problemática concreta que atraviesa la comunidad y entonces imagina una solución. Algramo, una empresa chilena nacida a mediados de 2013, notó que los productos que se venden en envases pequeños «castigan» al consumo (con un sobreprecio de hasta un 40% con respecto a formatos más grandes), algo que sufren sobre todo las familias con menos recursos que suelen comprar de una manera más dosificada. Y se les ocurrió una ingeniosa propuesta: «reducir el costo de vida de manera sustentable a través del empoderamiento de los pequeños comercios y comunidades». En la práctica, desarollaron una red de dispensadores automáticos a granel en el que cada cual se lleva lo que necesita, sin pagar de más y de forma sostenible, puesto que funciona con un sistema de envases retornables. Al mismo tiempo, sirve de alternativa para los pequeños establecimientos que con frecuencia no pueden competir con las grandes superficies. Así, Algramo quiere encaminarse por la vía conocida como del triple impacto: económico, sustentable y social. De momento comercializan (dispensan) alimentos como judías, lentejas, arroz y garbanzos, aunque actualmente se encuentran desarrollando una nueva máquina de productos químicos.
HelpUP
Uno de los horizontes del emprendimiento social es despertar y cultivar en la comunidad en general una mentalidad y una actitud que sean más comprometidas y solidarias. Y en las empresas, como agentes sociales, de forma particular. No es una misión sencilla, puesto que se trata de modificar y hasta de romper con una tradición empresarial instrumentalista que ha entendido la obtención de beneficios económicos como un finalidad en sí misma. La madrileña HelpUP es una red social orientada al voluntariado en la que cualquier persona u organización puede compartir y buscar proyectos solidarios, interactuar con otras personas o colectivos con los mismos intereses o que persiguen los mismos fines y colaborar activamente. En este sentido, tiene cosas de financiación colectiva (como Goteo) y cosas de buscador (como HacesFalta). Participar en este espacio de intercambio exige transparencia, por lo que todas las organizaciones sociales que quieran intervenir deben demostrar su efectiva existencia y la constancia de que sus cuentas están claras. Aunque con una presencia muy reciente (el proyecto saltó a la red en enero de 2014), HelpUP ya cuenta con más de 4 mil personas dadas de alta en el servicio y unas 200 ONGs procedentes de veinte países.
Nobleza obliga
Nobleza obliga es una plataforma argentina de financiación colectiva orientada a iniciativas solidarias, como «tratamientos médicos, becas de estudio o instalar un nuevo tobogán en la plaza». En pocos minutos y tras una verificación, se puede crear de forma gratuita un espacio dedicado desde el cual el «Promotor», que es la figura responsable de presentar el proyecto, difundirlo y definir quién recibe el dinero, divulga activamente una «Causa», la cual debe constar de una descripción, un vídeo, una fecha límite y un monto objetivo. Nobleza Obliga, que en sus dos años de existencia ha logrado un gran impacto en la sociedad argentina, se diferencia de otros servicios de crowdfunding en que, por un lado, transfiere la cantidad recaudada aunque no se haya conseguido el objetivo total inicial (al contrario que la dinámica tradicional del todo o nada) y, por otro, no funciona con un sistemas de recompensas a cambio de la donación.