Otro mundo es posible a través de la innovación social, o lo que es lo mismo, otra realidad es viable si aplicamos soluciones creativas a problemas sociales, así lo entendemos desde Jovesolides y Red Creactiva. La innovación como un proceso de construcción colectiva para cambiar nuestro entorno con un impacto social positivo. Es posible, sí, pero para ello es necesario que se cumplan ciertas pautas.
A día de hoy existen muchas definiciones de innovación social, al igual que diversos niveles, como el que identifica a la organización, enfocado a la intervención y en la transformación sistémica. Y cualquiera de estos niveles es relevante, pero el que busca la transformación sistémica ha de ser el reto principal, dirigido a obrar cambios positivos en la lucha contra la desigualdad social.
La innovación social, por tanto debe concebirse como un instrumento para incidir sobre las causas de la pobreza, para reducir la exclusión y la discriminación social. Y para que una actuación o iniciativa responda efectivamente a este reto debe cumplir ciertos criterios mínimos que aseguren un desarrollo coherente y completo del proceso.
1. La imprescindible creatividad
La innovación social debe incorporar técnicas de creatividad. La aplicación de herramientas novedosas será clave para la generación de nuevas ideas que a su vez, generen nuevas soluciones.
2. Escuchar a la comunidad
Es importante considerar la opinión de las personas sobre la realidad a cambiar, contemplando a todos los actores implicados en los procesos o problemas a resolver. Es necesario valorar el punto de vista de los colectivos afectados, y conocer sus necesidades, pues así será más sencillo poder atenderlas de forma acertada, garantizando un mayor impacto, no solo sobre el público meta, sino también sobre su entorno.
3. Sostenibilidad económica
Ante soluciones tradicionales, se debe primar la relación del coste/beneficio, asegurando la sostenibilidad para la comunidad o la administración que la desarrolla. Para ello es necesario considerar diversas fuentes de financiación, y siempre contemplar posibles fuentes de financiación alternativas.
4. Escalabilidad
Tampoco podemos olvidar la escalabilidad que debe acompañar a una iniciativa innovadora, para así facilitar su réplica en otros entornos sociales. De esta forma cualquier experiencia exitosa puede contemplarse como buena práctica, y ser adaptada y reproducida en otros contextos haciendo uso del conocimiento como herramienta para potenciar el impacto social positivo buscado.
5. Iniciativa convertible en política pública
Igualmente un proceso innovador a nivel social ha de contemplar siempre la posibilidad de generar incidencia como para convertirse en política pública, al ser reconocida como buena práctica o experiencia a replicar por parte de la misma administración.
6. Colectividad por encima del individuo
Y por último, pero no menos importante, en la innovación social se han de priorizar siempre los procesos colectivos sobre los individuales. Pues los procesos individuales generan más fácilmente desigualdad, mientras que los colectivos pueden favorecer beneficios también colectivos y satisfacer necesidades sociales urgentes.
Estas son solo algunas claves que cualquier iniciativa de innovación social ha de cumplir para asegurar un correcto desarrollo e impacto social real, además de generar una predisposición y estado de ánimo positivo en la colectividad.
Sí, enfocar la mirada hacia el cambio social supone arriesgar y enfrentarse a un futuro incierto. Pero al mismo tiempo, cuando buscamos la solución a problemas sociales de un modo distinto, rompiendo con modelos que sabemos no han funcionado, y haciendo uso de enfoques más holísticos, estamos más cerca de conseguir un mundo mejor y más justo para todos y todas.