Cumplimos 10 años desde que empezamos UpSocial. Al echar la vista atrás, encontramos motivos de celebración, como la reducción de la tasa de pobreza extrema o el incremento de niñas escolarizadas en el mundo, así como importantes cambios en la movilización pública en la lucha contra el racismo, la respuesta a la crisis climática o los avances en la igualdad de género.
Sin embargo, seguimos siendo testigos de muchas situaciones de vulnerabilidad que persisten y se cronifican, limitando las oportunidades de las personas para tener una vida digna y plena. A pesar de los avances en materia de inclusión social y derechos fundamentales, escenarios como el generado por la Covid-19 no han hecho más que acentuar las desigualdades existentes, evidenciando las disfunciones de los sistemas políticos, sociales y económicos y haciendo más vigente que nunca la idea de que, ante necesidades agravadas y recursos escasos para afrontarlas, la innovación es un imperativo y no un lujo.
De allí que esta mirada hacia atrás nos obliga a ser también críticos y una primera constatación es que algunas de las cosas que hemos hecho siguen siendo pequeñas en relación con la dimensión de los problemas sociales a los que queremos dar respuesta. En cierto modo, sigue pendiente abordar el cambio sistémico desde dentro: que el propio sistema se transforme en algo que pueda evitar que los problemas sociales se repitan y persistan.
Muchos de los sistemas que afectan nuestras vidas han sido creados para una sociedad que ya no existe. Lo vemos en el sistema educativo, creado para una sociedad homogénea donde la complejidad o la diversidad de hoy en día no tienen cabida. Y si bien existen iniciativas que están demostrando que otro modelo educativo es posible, siguen siendo muy locales.
Por eso, descubrir estas iniciativas no es suficiente, es importante entender cómo llevarlas a escala y que sean capaces de penetrar en el sistema. Y que una vez dentro, puedan influir en un cambio de propósito del sistema. Siguiendo con el ejemplo del sistema educativo, se trata de empezar por introducir cambios demostrativos y acabar consiguiendo que, en lugar de nutrir a la industria, la escuela se convierta en un entorno donde cada estudiante pueda descubrir su potencial como agente de cambio y convertirse en una fuerza para el bien común.
Si todavía estamos luchando para que todos los agentes clave del ecosistema quieran formar parte de este cambio, es que debemos seguir trabajando en crear alternativas rigurosas, capaces de penetrar en los sistemas a tal punto que sea el propio sistema quien demande innovaciones que respondan a un nuevo propósito adecuado a la sociedad actual.
Por eso este aniversario hemos querido celebrarlo lanzamos un reto de aprendizaje colaborativo que ayude a generar oportunidades de reflexión y acción conjunta, sobre todo en un momento en que globalmente estamos redefiniendo prioridades para construir sociedades más resilientes y equitativas.
Para ello, hemos conversado con personas y organizaciones de todo el mundo. sobre cómo pasan los cambios sociales, cómo se aceleran y cómo trascienden un determinado proyecto u organización y se convierten en sistémicos. El resultado lo compartimos en este canal de podcast para seguir aprendiendo juntos.